Tantas cosas que me faltan por conocer y me arriesgo por esto. Mi madre me ha dicho más de una vez que cuando los niños se duermen tarde les pueden pasar cosas malas, el padre Benjamín siempre nos recuerda que en la noche es cuando resurgen todos los pecados, sobre todo en la misa que no es la de los niños, todo es más amenazante en esa misa pero, es la única en la que dan un poco de vino con la hostia y me gusta como sabe.
Son casi las 4 de la mañana y empiezo a comprobar lo que dice mi mamá, la cabeza me duele y los ruidos en la obscuridad de la casa simplemente no los puedo explicar, no sé si son bichos o ratones o fantasmas o monstruos, pero sé que esos ruidos de día no se escuchan.
Quiero cerrar los ojos y dormir pero no puedo quedarme con la duda ni un día más. Les pregunté a Gustavo y a Christian si ellos sabían qué pasaba cuando se acababa la noche, me dijeron que nunca lo habían visto, que si seguíamos dormidos era por algo. No sé que esperar, dicen que cuando un día termina y comienza el otro, el mundo se destruye y se recompone de nuevo. Bueno, yo quiero ver eso.
Los ojos me están punzando, tengo mucho sueño y la cabeza me duele, me levanto cada media hora a tomarme un vaso de agua, el ir a orinar es lo que me mantiene despierto. Espero que Dios no me castigue por lo que voy a hacer, develar un secreto como éste es lo que debió sacar realmente a Adán y Eva del paraíso, lo bueno que nosotros ya no estamos ahí, estaría arriesgando demasiado.
Pasa media hora más y los ruidos ya son insoportables, hay sombras todavía más obscuras que la noche y se mueven sin motivo en el patio, podría asegurar que hace unos minutos escuche mi nombre. Salir al baño sin prender la luz es ya de por si un acto de heroísmo, atinarle a la taza sin mojar a los lados es un acto de habilidad.
Si mi madre se despierta estoy muerto, aparte de que tal vez arriesgaría la vida de ella. Estoy haciendo historia, por lo menos mi historia, si le jalo al baño voy a despertarla, mi esfuerzo habrá servido para nada.
¿Y cuándo vea que pasa, qué voy a hacer?, supongo que no soy el primero en experimentar, pero tampoco sé que ha sido de los otros, todo es muy incierto.
Son las 5 de la mañana, puedo sentir que con el paso de las horas todo se vuelve más frío, ¿a dónde se irá toda la obscuridad?, cuando uno enciende la luz, la obscuridad se concentra fuera de donde llegan los rayos del foco, pero ahí se queda, ¿de día a dónde se van todas las sombras?
Son las 5:45 de la mañana, si me despierto a las 7 para ir a la escuela a las 8, y a esa hora ya hay luz, quiere decir que lo que pase tiene que pasar por ahí de las 6 de la mañana. Otra vez tengo ganas de orinar, pero el agua ya no tiene nada que ver, algo me ésta picando la nuca, mejor no voltear.
Estoy decidido, si lo voy a hacer, lo voy a hacer como se debe, me pongo el suéter de cuadros para quitarme el frío y me subo a la azotea, voy a ver como se acaba el mundo.
Sólo tengo que esperar un poco más, brinco de vez en cuando para que se me quite el frío, y de repente ahí está: La luz roja y amarilla, el cielo en diferentes tonos de azul, creo que me voy a quedar ciego, pero tendré algo que platicarle a Gustavo y a Christian, veo como cambia el mundo, escucho como cantan los gallos de mi vecino, veo como nace el sol. La espera valió la pena. Observo como las casas se pintan de colores, como los cerros se tiñen de verde y gris y café, caigo muerto, cierro los ojos y me despido del mundo que descubrí, del sol que vi nacer, me voy a donde van las sombras.
No sé cuánto tiempo pasa pero, los gritos de mi madre me despiertan, al parecer tengo otra oportunidad y no la voy a desperdiciar en obediencia, contesto a su llamado y creo que está llorando, ella no sabe de mi logro, ni que hoy estoy más vivo.
Julio Cervantes Ortega
Tlalnepantla de Baz, Edomex
Mayo de 2011