sábado, 27 de octubre de 2012

Editorial Octubre









LA LUNA


Dedicado a Neil Armstrong 



La luna ha sido fuente de inspiración de artistas de todo tipo durante siglos; fuente de inspiración de mitos y leyendas de innumerables culturas milenarias, fuente de los relatos más fantásticos jamás contados, de las canciones más hermosas y los poemas más melancólicos. Por ser inalcanzable mucho tiempo la luna fue el símbolo por excelencia de la locura y de los sueños; cuando el ser humano la alcanzó, ella se volvió una muestra más de la magnificencia humana y un símbolo de que el progreso no tenía límites. Ahora, en la época postmoderna, para mucha gente los viajes espaciales tan sorprendentes como un juego de video; o tan imposibles como hace 200 años –muestra de ello es que cobra fuerza la idea de que Neil Armstrong nunca llegó a la luna y que todo fue un montaje. Hemos perdido la “fe” en conceptos como desarrollo y progreso y los sueños están basados en obtener bienes de consumo. La sociedad, hundida en un relativismo y una decepción sin precedentes, es escéptica tanto a tener sueños estridentes y desproporcionados, como a la idea de progreso y futuro. Pero no todo está perdido, siempre hay uno que otro loco dispuesto a soñar o una que otra persona sensible a la que le gusta dirigir la cabeza al cielo nocturno y contemplar la luna. Sabemos que ese tipo de personas, precisamente son las que visitan, leen y colaboran en este blog. En octubre –el mes en que las lunas son más hermosas- Desencuentros dedica sus páginas al astro que gira alrededor de la tierra, y debido a que La Luna es la luz que ilumina a la gente soñadora, por esta ocasión además de cuentos aceptaremos poemas. 



Blue Moon


Todos hablaban de la Luna como si fuera algo extraordinario, yo sólo veía al cielo y veía un circulo blanco, al que por cierto de repente le faltaban pedazos; otras veces era muy tenue y hoy, hoy la estoy viendo justo por la mañana... es una ¡tramposa!
¿No le basta con tener toda la atención por las noches?
¿Me pregunto si el Sol se enojará al verla lucirse incluso por la mañana y en la tarde? Yo en su lugar me enojaría. ¡Cada quien tiene su turno!

Empecé a ponerle la misma atención que todos los demás, ya que nadie podía dejar de hablar de la gran protagonista de todas nuestras noches, escuchaba a todos decir cosas como:
"Hay un conejo viviendo en la luna"
"La Luna es de queso"
"Fue el mejor hombre, pues fue el primero llego a ella"
"Los lobos aúllan es por ella"
"Representa en más de una ocasión la promesa de aquellos caballeros al tratar de conquista a las damiselas".

No podía dormir, seguía pensando en ella, significa tanto para muchos y para mí solo era un circulo blanco.
Me puse a investigar, no quería quedarme así como así dándole tanto crédito, necesitaba respuestas...
Leí sobre ella, un poco de astrología pero también de fantasía, después todas las noches la veía, un día me dispuse a caminar por la noche, le puse toda mi atención, al fondo se escuchaba una canción, … blue moon you saw me stanging alone… provenía de un porche algo obscuro, estaban 3 hombres parecían ser amigos, estaban algo despreocupados riendo y hablando, justamente dedicándole esa melodía a ya saben quién.
Al día siguiente me rendí, solo es importante y ya, desde pequeños nos inculcan a que la admiremos, tanto así que si llevara un conteo de cuántas veces alguien dicen "que bonita se ve la luna el día de hoy" no terminaría.
Le di fin a mi búsqueda y decidí aceptar su grandeza simplemente por que sí.
Más tarde fui a cenar a un lugar llamado trece lunas y del menú pedí "la luna roja" una bebida muy rica que tenía fresas y limón, pase un buen rato hasta que llegó el momento de volver a casa. Salí de aquel lugar y al caminar vi a un señor que siempre veía en ese rumbo, mas nunca le ponía la atención suficiente, siempre estaba ahí viendo con su telescopio y sí… obviamente a la Luna; decidí detenerme y escuchar lo que balbuceaba, no entendí nada y dije:
-Buenas noches sr. ¿Qué tal la luna el día de hoy?
-¡Bah! linda como siempre sólo que hoy está un poco nublado.
Parecía que no le agradaba del todo que estuvieran ahí las nubes estorbando, quería preguntar más cosas pero parecía un señor un poco gruñón, así que decidí ver que era lo que él pensaba.
-Se ve hermosa aunque estén algunas nubes estorbando ¿qué es lo que más le gusta de ella?
-¿Gustarme? ¡Bah me encanta! es única ¿acaso ves otra? justo en los momentos en los que dejaríamos de vernos por las noches cuando llega la obscuridad, a punto de quedarnos sin nada, ella viene y nos ilumina con tal gracia que hace que nunca estés solo, aunque estés completamente solo tú, ella siempre te estará haciendo segunda, es fiel y está ahí, aunque en este momento no la podamos ver por completo, pero yo sé que esta ahí, sólo que a veces las nubes se ponen algo celosas y quieren tener un poco de protagonismo, pero ella con su gran luz a logrado dejarse ver sin importar estar atrás de ellas, es la testigo de todos nuestros sueños o pesadillas ¿y que puede decir el Sol? esta eternamente enamorado de ella pues cuando ella se presenta por las mañanas o las tardes es cuando el Sol brilla con más fuerza que de costumbre.
Me quede callada por un buen tiempo tratando de digerir eso hasta que por fin dije:
-Gracias por sus palabras, que pase usted una buena noche.
Y así fue, ahora entiendo.

¿Qué si es de queso? tal vez.
¿Qué si vive ahí un conejo? podría ser.
Pero ahora veo su grandeza, su luz, su belleza y su eterna compañía.


Sonia García Reyna
Monterrey, Nuevo León. 2012

miércoles, 24 de octubre de 2012

Unas cuantas lunas

Bajo las lunas de octubre, tus labios saben a sal, tus caricias no traen calor alguno, tus ojos no pueden ver el sentimiento tan grande que esta frente a ti; bajo las lunas de octubre te he dejado de ver, bajo las lunas de octubre la brisa fría entra por mi ventana anunciando la llegada de la estación que amo, bajo las lunas de octubre tu pensamiento se ha confundido y mi corazón ha comenzado de nuevo a crear esa capa de hielo que lo protegía, bajo la luna de octubre mi alma ha retomado el sendero perdido de mi esencia y mi alegría toma con gracia las cosas malas que intentan quebrantarme; bajo la luna de octubre, una fuerza que no conocía nace desde lo más profundo de mi pecho, mis ojos brillan tan fuerte que alumbran tu inconsistente oscuridad por la que se encuentra ese sendero tan estrecho que has decidido caminar; bajo las lunas de octubre la amistad ha brillado con tanta intensidad que ha opacado a la luna misma y mi perdón ha resuelto el misterio que necesitaba para ser regalado; bajo la luna de octubre te deseo lo mejor para toda tu vida, bajo la luna de octubre me libero de cualquier resentimiento que quede, bajo esta luna que alumbra me inclino y me abro de todo corazón solo para quedarme con los sentimientos tan hermosos que me hiciste sentir, bajo la luna de octubre he hablado con el fuego, he reclamado mi esencia y mi fuerza, bajo estas lunas he sido compensado con el amor de todos los que me rodean, bajo estas lunas el recuerdo se ha consumido para poder seguir.

Juan José Barbosa
Monterrey, Nuevo León.

AMANTE



Esa sonrisa menguante que embelesa tu rostro divino,

Que enmudece la palabra con el hablar de la mirada.

Aquel brillo incomparable que alumbra cualquier rincón oscuro,

ese que exploran tus manos, inexistentes, pero tibias...

Pienso en tus labios destellantes y los siento penetrar la figura... Endulzan como terrón,

erizan el cuerpo en el azul profundo donde habitas tu.

La noche es cómplice de este deseo incansable y las constelaciones testigos del líbido de nuestra pasión

Las estrellas me susurran en tu nombre palabras de amor,

Y así, desnuda bajo tus ojos brillantes, amante Luna te llamo.





Yazmín Sánchez Linares
México, DF.

martes, 23 de octubre de 2012

Visitante


 “… recuérdalo todo,
porque la luna es la boca silenciosa de la noche dormida
la caricia intentada por los muertos.”
José Carlos Becerra
 
Se desnudó y se tendió bocarriba sobre la cama con pesadez, con una especie de apatía congénita y sin meterse entre las sábanas. Permaneció con el cuerpo expuesto y la cabeza ladeada mirando fijamente la luna a través de la ventana. Respiraba profundamente con cierta dificultad, con pesadez, cerrando los ojos en cada exhalación. Mirando la luna, su rostro apático y desganado poco a poco se recompuso, aunque conservaba el talante serio y reservado, parecía como si se asoleara con la luna, como si se nutriera de ella, tal como un bebé se nutre con un baño de sol. Me pareció que sonreía.
La espié largo rato antes de decidirme a entrar al cuarto. Anuncié mi entrada dándole dos golpecitos a la puerta.
-¿Puedo pasar?
-Adelante, estás en tu casa- me respondió con total indiferencia.
Entré fingiéndome ignorante de su desnudez y me dirigí nervioso directo al armario para sacar unas cobijas, una almohada y mi pijama. Mi nerviosismo se disipó cuando noté que le era completamente indiferente que la viera desnuda.
-Después de todo, tal vez no tenga que dormir en la sala- pensé con optimismo, pues desde que acepté darle asilo me había hecho a la idea de que lo mejor era cederle mi habitación y yo dormir en la sala, al menos la primera noche, “¡ya después pasaría lo que tuviera que pasar!”.
Pero su indiferencia ante mi presencia era simplemente eso: indeferencia, completamente alejada de una insinuación sexual, coquetería o aún de un gesto de confianza.
Indiferencia pura.
 
Traté de hacerle la plática pero era cortante aunque sin ser grosera, la sequedad era su estado natural, como los matemáticos o los físicos que se comportan en sus relaciones humanas con la misma lógica implacable y seca certeza de una ecuación.
-¿Tienes mucho calor, quieres taparte con una sábana ligera?
- No gracias así estoy bien.
-¿Te apago la luz?
-Sí.
Salí del cuarto y me tomé la libertad de dejar la puerta abierta en vista de que a mi huésped no le molestaba mi mirada.
El brillo de la luna era tan intenso que podía ver con claridad el interior de la alcoba a pesar de que ninguna luz estaba prendida ya. Sobre la cama la desnudez de mi visitante resplandecía igual que la arena blanquecina en el desierto debe reflejar los destellos lunares; sus formas de mujer también asemejaban las delicadas siluetas de las dunas. Por un momento tuve la impresión de que si entrase una corriente de aire, su cuerpo de arena se desintegraría, esparciéndose por toda la casa.
Me invadió la inquietud. Me levanté del sillón y entré a la habitación para cerciorarme de que la ventana estuviera bien cerrada.
-¿Te cierro la cortina? – dije, ella permaneció sin mirarme.
-No gracias, la necesito abierta.
- Bueno, si necesitas algo me avisas, estoy en la sala.
-Sí, ya vi. Gracias.
Volví al sillón. Intenté taparme y recostarme pero estaba demasiado ansioso como para dormir. Su presencia me inquietaba. Fui a la cocina y me preparé un sándwich, como siempre hago cuando estoy ansioso y como por comer –por eso estoy tan gordo- pero esta vez pude identificar que no tenía hambre. No me comí el sándwich, en vez de eso regresé a la habitación y le pregunté a mi huésped si deseaba comer algo.
-No, gracias- me respondió, pero esta vez me dirigió una mirada y una sonrisa.
Permanecí en la habitación a pesar de que ya no hallaba tema de conversación, las palabras no salían de mi boca. Pero mi ansiedad y nerviosismo me hacían permanecer ahí. Tenía una gran necesidad de tocarla, mis manos comenzaron a cosquillear.
- Sé lo que quieres –me dijo- pero no puedo complacerte hoy. Disculpa.
Permaneció acostada viendo la luna.
- Temo que pudieras aplastarme.
Notó mi cara de vergüenza y de tristeza, el sobrepeso es un tema delicado para mí que invariablemente me impide relacionarme con las mujeres, ella debió notar eso porque inmediatamente aclaró su comentario.
- No estoy acostumbrada a esta atmósfera, incluso mi ropa y las sábanas me pesan. Me cuesta trabajo respirar aquí.
-Entiendo- dije.
- Eres muy amable al dejar que me quede. Eres buena persona.
Decepcionado de escuchar la misma frase que todas las mujeres me dicen me dispuse a salir del cuarto.
-Puedes acostarte a mi lado si quieres- me dijo- pero no puedes tocarme.
Hacerme el digno no serviría de nada, así que me conformé con su propuesta y me dispuse a dormir simplemente acompañando.
-Pero debes quitarte la ropa también- me pidió.
Así lo hice, me tendí desnudo sobre la cama y mi excitación devino, simplemente me quedé impaciente y nervioso, como se está en la sala de espera del dentista.
-Tranquilízate. Observa la luna, siente su luz.
Efectivamente era hermosa. Permanecí viendo la luna, más tranquilo ya. Incluso conservé la compostura cuando sentí su mano acariciar mis rodillas subir por mis muslos. Era una mano ligera pero lenta, propia de alguien que no está acostumbrado a la gravedad. Puso su mano sobre mi sexo y lo apretó, una sensación de plenitud me invadió. No era como el placer simple de la fricción y la lubricidad sexual, era más bien como si sus mano hubiera eliminado por completo el deseo sin necesidad de orgasmos o eyaculaciones, como se supone que debe ser la iluminación del nirvana. Era una reconfortante sensación de plenitud atemporal, sin gravedad.
Flotando así permanecí, no sé por cuanto tiempo, hasta que los rayos del sol golpearon mi rostro y abrí los ojos. Como era de suponerse, ella no estaba ya a mi lado. Aún era posible distinguir la luna a pesar de la intensidad del sol, pero yo no podía distinguir si estaba vivo o muerto, o si aún seguía soñando.





Romeo Valentín Arellanes
Estado de México Octubre de 2012

domingo, 21 de octubre de 2012

El Terror



Dicen que la luna afecta, pero yo tan tranquilo como siempre,  que cuando se ve más grande y redonda me da por caminar sin descanso por todo el pueblo viéndola fijamente. No es la luna. Es que estoy loco. Me parece ilógico y nada sensato que las personas piensen que existe alguna relación entre las facetas del ciclo lunar y mi demencia, será esa manía tan extraña de los cuerdos de encontrarle razones inexplicables y llenas de supersticiones a algo tan estudiado y definido como la locura. Si la miro es por mera curiosidad científica, un interés razonable que me intriga y me impulsa a querer descifrar el momento exacto en que la rotación de la tierra nos impide ver su otra cara, nada que ver con mi locura, esa, podríamos decir, goza de excelente salud y se manifiesta en mis impulsos inexplicables, mis rabietas constantes y mis frases sin sentido. Efectivamente me pierdo observándola, pero desde Paracelso  hasta Newton, nadie ha propuesto un nuevo comienzo para el método científico, así las cosas, así mi comportamiento “inexplicable” e “incongruente” . Dicen que me pongo loco y hablo sin parar puras tonterías, si se tomaran el tiempo necesario para escucharme con atención, notarían que son conjeturas e hipótesis que formulo rebato y descarto mientras mi total atención se concentra en el más mínimo detalle y cambio de la luna y su movimiento. Terror me dicen los que suelen decir,  necios y zafios, supersticiosos e ignorantes, nada tiene de raro que un demente vague por las calles hablando solo y observando a la luna, en todo caso,  lo extraño, inexplicable e irónico, es que ellos se encierren y me teman, cuando soy yo el que debería estar encerrado y escondido por mi extraño proceder. 

Raziel Jacobo Correa Alvarado
México D.F. 2012

viernes, 5 de octubre de 2012

Familia de Lunáticos

Don Braulio, viendo el juego de lunes por la noche, está completamente convencido de que Warren Moon ha sido el mejor mariscal de campo de los Vikingos de Minnesota con sus mas de 4200 yardas en dos temporadas
La señora Adelaida, todavía siente el eco de los caprichos de la luna llena en su interior como aquéllos que alguna vez sintió antes de cada incontrolable desequilibrio hormonal que culminaba en embarazos
Armando, el hijo mayor sabe que la llegada a la luna por el Apolo 11 el 21 de julio de 1969 por el comandante Neil Armsrtong, además de ser un gran paso para la humanidad, significó el triunfo decisivo del capitalismo sobre el comunismo en la guerra de las galaxias/carrera espacial
Cristina, la hija de en medio que es feminista se siente identificada con Ixchel, pues es la luz que ha de guiar, sanar y sembrar la vida en este mundo tan decadente y corrompido
Luisito, el menor, mira la TV y en las noches en que ninguno de sus familiares le hace caso por andar en la luna, añora aquellos relatos que le contaban ante de dormir como el del conejo que tenía su “retrato en luz para todos los hombres y todos los tiempos”
 
 

Inocencio Buendía
Ciudad Universitaria, México Df, 2012