lunes, 7 de noviembre de 2011

Editorial




La Muerte 


Con el ejecutómetro a todo lo que da, la muerte parce haberse convertido en una fría estadística, ya miramos con indiferencia la estética gore de las portadas de los periódicos de nota roja que inundan las ciudades, incluso hay quienes ya no se impresionan ni con los videos de pedazos humanos y decapitados que se publican en El Blog del Narco. Antes el debate en estas fechas, giraba en torno a que si la mexicanísima tradición de las ofrendas del Día de Muertos estaba perdiendo terreno ante el Halloween norteamericano, ahora el problema parce ser la indiferencia ante la muerte y la apología de la violencia deshumanizante. La literatura es por excelencia la herramienta para desnudar y reflexionar sobre la vida y muerte de los humanos, por eso este mes de noviembre, que en México se celebra el tradicional Día de Muertos, en Desencuentros queremos recuperar esa visión mística, religiosa, solemne, íntima, dramática y hasta jocosa de la muerte. Queremos alejarnos de las estadísticas, dejar de ser números sumados y volver a ser humanos que mueren. Envíenos pues, sus relatos y su particular visión de la muerte.



viernes, 4 de noviembre de 2011

Las plañideras


Si es verdad, nuestro trabajo cae en desuso y cada vez nos requieren menos,  nuestro oficio milenario, cultivado con ahínco y años de dedicación se ha convertido en objeto de burlas y mofas, ya no se nos respeta, mucho menos se nos requiere. Nosotras que en todo momento estamos dispuestas a servir, a apoyar en esas horas de dolor,  a otorgar las lágrimas que quizás los familiares no sueltan por remordimiento, vergüenza, ira o hipocresía; que nos esforzamos para que el alma en pena se sepa bien llorada, que su partida se vive con dolor y resignación. Gritamos y nos jalamos los cabellos, nos golpeamos el pecho y berreamos, nos dejamos abrazar por los dolientes y llenamos el aire con nuestros alientos viejos y secos de tanto suspirar, y todo eso por sólo unas cuantas monedas y cenar. Le otorgamos su justa dimensión y proporción al escenario, si la familia es parca y no sabe como expresar su dolor, nosotras soltamos unos chillidos suaves pero constantes, si la familia no se resigna y no para de sufrir, nosotras lloramos más fuerte y berreamos más duro, cosas que se aprenden en años de trabajar, o  al menos cosas que aprendimos cuando aun éramos respetadas y solicitadas, ahora cuando nos presentamos en el funeral y decimos ya venimos a llorar nos corren por oportunistas y por no respetar, cuando se supone que somos la expresión más sublime de la resignación y el sufrimiento, la gente ha de pensar que nomás vamos a gorrear.  Antes no era así, cuando nos veían llegar se apuraban y nos hacían lugar, nos acomodaban mero enfrente y nos decían con mucho respeto, llórele que yo ya no puedo más, y comenzábamos con nuestro ritual, y la gente que nos miraba y escuchaba sentía nuestro dolor y aun aquellos que nomás iban para cenar se soltaban a gritar y sollozar, tan sublime era nuestro actuar.  Y ahora nada, puros desaires y burlas, puras miradas largas y cuando conseguimos que nos dejen pasar, ni una silla ni un café para tomar.  Estamos condenadas al olvido,  curioso final para quien siempre ha estado al servicio de la nostalgia,  irónicamente entre más se acerca nuestro final, menos nos dan ganas de lloriquear, y quizá ese sea el perfecto final, pero no, acabaremos honrando nuestro ritual, llorando hasta la última lágrima, y cuando todo termine y se llegue la resignación, entonces notaran y sentirán, cuando el difunto yazca solitario y nadie se sepa expresar entonces si dirán: qué nadie le va  a llorar.  
Raziel Jacobo Correa Alvarado 
Venustiano Carranza D.F. 

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Carta de la muerte



Saben, es difícil ser la muerte. Mi trabajo originalmente consistía en llevarme a aquellos seres que simplemente ya habían cumplido su cometido en la tierra y ya no tenían nada que aportar a la vida, pero actualmente trabajo de más. Ahora me llevo diario a cientos de personas, de las cuales, entre víctimas de asesinatos, guerras y enfermedades, hay una que otra que si estaba en mi lista.
Mucha gente me odia y eso me llena de pesar. Si por mi fuera, yo solo me llevaría a la gente que tiene cita conmigo y dejaría en al tierra a todos los inocentes que últimamente llenan mi barco, pero las reglas de la vida me exigen, aún contra mi voluntad, el llevármelas. ¿Se imaginan si dejara a un decapitado vivo? ¡No podría comer, ni hablar, ni pensar, ni nada, sería un bulto inútil! Y ahora todo el mundo me teme, como si me la pasara buscando a quien hacer infeliz o que familia destruir. Como si me pagaran por llenar cementerios. Ese no es mi propósito, es más, ¡Ni me pagan! Yo no tengo ningún beneficio por llevarme a la gente, esa es mi razón de ser y nada más, es mi naturaleza, como es del sol alumbrar y de la lluvia mojar.
Cuando me encontré con Saramago, le comenté que su novela me había gustado mucho y que me encantaría tomarme unas vacaciones, el solo se rió y me dijo que sería interesante ver la tierra poblada de gente muerta-viva. Pero como ya dije, no puedo tomarme unas vacaciones y dejar que la tierra se llene de personas, animales y plantas que más que ser útiles, nada más ocupan espacio.
Recuerdo cuando más de una persona me agradecía por llevarme a alguien que estaba muy enfermo o que sufría mucho. Esas personas en cuanto me veían sonreían y daban gracias por poder liberarse. Los ancianos me saludaban y ni pío decían cuando les decía que noventa años, o los que tuviesen, ya eran suficientes. Pero hoy por hoy, me usan como si fuese exterminadora de ratas, llevándome gente al por mayor, un gran porcentaje de estas asesinadas sin ninguna buena razón más que la que le quiso dar su asesino. Me duele mucho tener que ir por adultos, jóvenes y niños que tenían un gran futuro, y me duele más cuando me reclaman tanto ellos como sus familias. Ya se los dije! TENGO que hacerlo, no es que yo quiera truncar sus sueños. No saben cuanto me costó ir a aquella guardería a recoger niños, o cuanto me duele ir a cada rato a las ciudades fronterizas por mujeres e ir al desierto a recoger víctimas de guerras.
Algo que me extraña es que aún en algunos lugares me hagan festejos si soy tan odiada. Bueno, más bien festejan a los que me llevé, porque a mi en específico nadie me celebra. Hay uno que otro loco que me invoca para llevarme a sus enemigos y hace imágenes a las que les pone flores y velas… la verdad así no funciona esto, por más conjuros raros y sustancias de dudosos ingredientes que se hagan, si no hay una razón de peso para llevarme a alguien, no lo haré. Y también, por más que intenten que alguien se quede, si le toca, le toca. Mil disculpas por haberme llevado a la abuelita o al tío, pero dejarlo vivir más de 100 años o con los dolores del cáncer se me hace un poco cruel.
Y les voy a decir un secreto, no existe un “cielo-infierno”, todos los que se mueren vienen a parar acá donde yo estoy, yo no juzgo a nadie por lo que haya o no hecho en vida, la verdad me vale un comino, además, es curioso ver como una vez muertos, las personas deciden hablar en vez de darse cañón. Deberían ver como Hitler y Churchill  se la pasan muy bien juntos después de haber aclarado sus diferencias y haber dejado claras sus posturas. Como aquí no pueden matarse, lo único que le queda a la gente es darse cuenta de que cada quien piensa diferente y tuvo sus razones para hacer lo que hizo. Incluso Osama ya se disculpó con cada una de las víctimas de sus ataques y la mayoría las aceptó gustosas al darse cuenta de que pues en el ambiente donde el creció, lo que hizo era “heroico”, tan heroico como que los compatriotas de las víctimas fueran a hacer guerra por las tierras de Osama. Ningún muerto es rencoroso. También tenemos por estos rumbos un método muy bueno para que la gente esté feliz, la gente que se quiera quedar, que se quede, la que no, la mando a la tierra en forma de bebé. Y bueno, con tantos inconformes, la cigüeña también anda que no se la acaba. No por nada hay vivos unos 7 mil millones.
Pero también hay muchos muertos ya que de por sí este lugar es increíble. No se imaginan como Paltón, Kant y Sartre se echan unas discusiones bien intensas, irónicamente, sobre la vida. ¡O las competencias musicales entre Mozart y Kurt Cobain! En este lugar siempre andamos de fiesta, y ahora con la llegada de Jobs, pues veré como modernizar un poco este sitio y hacer un poco más fácil mi trabajo, porque con tanta gente que traigo a diario estoy agotada, ¡A veces pienso que este trabajo va a terminar matándome!
Pero bueno, debo regresar al trabajo. Yo siempre estoy ocupada no como Santa Claus que trabaja un día al año, el cual por cierto tengo entre mis filas desde el siglo cuarto cuando murió en Anatolia. Y me despido no sin antes pedirles de favor que dejen de matarse o tendré que traer a Adam Goldstein, dueño de la Royal Caribbean International, para que me ayude a hacer un barco más grande y que no se hunda como el último que me hicieron los de la White Star…
En fin, les pido eso y que dejen de odiarme por hacer mi trabajo, al final, ahora ustedes son los que deciden a quien me llevo en estos días.
Atte: La Muerte.

Fernando “Viento del Norte” Sánchez.
Noviembre 2 de 2011

Más cuentos de Fernando Sánchez http://vientoboreal.blogspot.com/

Apoyo moral


-Si se muere tu mamá la velamos dos días, como debe ser, si no su alma va a estar muy triste mijita; como los pobres de tus abuelos. Por más que le insistí a tu abuelita, quiso enterrar a tu abuelo luego luego,  según porque los muertos de cáncer apestan muy feo y muy rápido, pero en realidad creo que fue  porque ya estaba harta de él, de haberlo atendido, tan sumisa, durante toda la agonía de su enfermedad, más bien durante toda la vida;  pero no le hubiera costado nada tener ese último gesto ¿qué le costaba esperar un día más después de tantos años? Es lo que hubiera querido mi papá.
-Pero mi mamá no se va a morir, tiene que salir adelante- pensaba la muchacha hacia sus adentros, tratando de no hacer caso a la verborrea necia de su tía, quien supuestamente estaba ahí  para apoyarla moralmente y con los trámites del hospital que una muchacha adolescente no tiene derecho a resolver.
- Y luego cuando tu abuelita murió,  los pinches de tus tíos sólo quisieron velarla una noche porque según les dolía mucho verla en su ataúd; yo les insistí y nomás me tiraron de a loca, hasta tu mamá me dijo que estaba yo pendeja y se burló de mis creencias de pueblo, ya ves el feo modo que tiene y lo culebra que es cuando se lo propone.
-Ya tía, por favor no hables mal de mi mamá.
-Tienes razón mijita, no es el momento de criticarla, porque a pesar de todo, a pesar de sus defectos, es mi hermana y la quiero mucho. Además todos cometemos errores y tenemos derecho a equivocarnos sin que nos juzguen. Sólo Dios tiene el derecho de juzgarnos cuando nos llega la hora.
Los que alguna vez hayan esperado la recuperación de un pariente en terapia intensiva, sabrán que los silencios en esta área del hospital son particularmente angustiantes y que el aire del ambiente está impregnado de malos augurios. Sumergida en ese ambiente de premoniciones, la muchacha ensimismada reflexionaba con cierto remordimiento de conciencia ¿qué sería de su vida ante la eventual ausencia de su madre? ¿Y si estoy embarazada? el peor de los escenarios era estar embarazada y sin el apoyo de su madre. Pero eso no va a pasar, pensó, después de todo, su madre era joven y había demostrado gran fortaleza y ganas de vivir; por otra parte el embarazo no estaba confirmado, era un simple retraso nada más, en cualquier momento sentiría un cólico y todo saldría bien, la madre saldría del hospital caminando y la vida de ambas regresaría a la normalidad prolongándose por muchos años más.
 -Mijita, te voy a decir algo que espero no me tomes a mal -al parecer la tía no podía lidiar con el pesado silencio- ya no seas tan cabrona y deja de darle tantas angustias a tu madre; no digo que tú tengas la culpa de su enfermedad pero ¿Por qué la haces pasar tantos corajes si sabes que está mala de su corazón? Si se muere ¿qué vas a hacer? A ver, dime… ¡Eso mijita! llora, desahógate para que no estés alterada al rato por lo que pueda pasar, te necesito fuerte. Por eso ahorita que entres  a verla, pídele perdón, ella puede oírte aunque esté inconsciente. Yo también le voy a pedir perdón por todo lo malo que le haya hecho, nunca está de más, y no es bueno quedarte con las culpas y remordimientos guardados; cuántas cosas hubiera yo querido decirle a tu abuelita antes de que se muriera, y eso que fui buena hija, no eran cosas tan graves, pero una no debe quedarse con nada guardado en su consciencia…
-Ya tía, por favor, cállate, me siento muy mal.
- A ver, a ver, tampoco te pongas así, no te me desmayes mija ¡enfermera!...
-¿Ya estás mejor? Qué bueno, nomás te bajó la presión por el estrés, pero necesito que te repongas completamente, porque, Dios no lo quiera, si tu madre fallece, tú te me tienes que quedar aquí solita a esperar a tu tío para que arregle los trámites y recibir el cuerpo, en lo que yo regreso a Oaxaca para organizar el velorio y ver lo del panteón. No te me alteres otra vez, hay que afrontar la realidad.
- Familiares de Guadalupe Arellano, de la cama 53.
- Aquí estamos doctor.
- La paciente despertó del coma, su estado sigue siendo crítico pero está respondiendo favorablemente, aunque nunca se sabe, la operación a la que fue sometida es muy delicada, aún sigue conectada al respirador, pero si sigue reaccionando como hasta ahora es posible que se lo quitemos en una semana. Estamos optimistas.
-Bendito sea Dios doctor. Ya ves mijita, yo te dije que todo iba a salir muy bien, nomás es cosa de tener fe.

Romeo Valentín Arellanes
Tlalnepantla, Edomex, noviembre 2011.