miércoles, 28 de agosto de 2013

Mordaz

Desde que me viste llegar te diste cuenta de que en esta ocasión no sería una buena compañía. Un saludo aguado te lo confirma. Sabía que tu pregunta subsecuente sería: "¿qué te pasa?". Es inevitable, a ti no te puedo contestar que "nada". Ya lo sabemos, nos ahorra tiempo de algo que al final voy a decir, porque en realidad me invade la angustia por expresarlo.Escuchas con paciencia, sin interrumpir, cual devoto en un rosario. A veces cierras los ojos, con rasgos de que algo te ha pasado por la cabeza. Prefieres esperar a que termine. Mientras: me enojo, entristezco, manoteo, hago mohines, callo y hasta río de nervios. Mi recuento ha cesado, es como destrabar una puerta para que salgan arañas, alacranes y cualquier tipo de ponzoña.
No te atreves a pronunciar un "todo va a estar bien". Sé que es una frase que te parece hipócrita y que nunca he escuchado de ti. Eres férreo, exquisitamente cruel. Nos ahorra las susceptibilidades, aunque no por eso te dejo de odiar por momentos. Contigo no funcionan los apapachos, la palmadita en el hombro ni la palabra que mitiga frente a un escenario que no pinta buenos augurios.
Lo mejor de todo es que no necesito contarte las cosas para saber qué hacer de mí, pero por el contrario, éso no me lo quiero ahorrar. Me recuerdas que siempre has sido directo y que, para el caso, la compasión te parece ridícula. Tomas la palabra, incisivo, como una hoja de papel. Asiento con dolor en algunos aspectos, discrepo y argumento en otros. 
Después de todo no parece que la tarde no sea divertida sino que tiene un tinte de ensimismamiento que ambos degustamos. La discusión sigue su curso con breves silencios, evocaciones, llena de exclamaciones, preguntas, de "río para no llorar" o sencillamente de un "¡chale!" con puntos suspensivos. Horas que culminan con un un camino pensativo cuando cada uno va a casa.
Al final, las pláticas contigo me hacen reflexionar en la soledad de mi recámara o de una lectura de la que ya he perdido el hilo. Tú, en mi buena compañía o en la mala... Agradezco no tener que escuchar que "todo va a estar bien" sino cómo es que se vislumbra si sigo con mi mutismo. Te detesto por sincero, pero sin duda alguna es una de tus cualidades que más respeto.


Laura Arellano
Agosto, 2013
Distrito Federal

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