Dicen
que la luna afecta, pero yo tan tranquilo como siempre, que cuando se ve más grande y redonda me da
por caminar sin descanso por todo el pueblo viéndola fijamente. No es la luna.
Es que estoy loco. Me parece ilógico y nada sensato que las personas piensen
que existe alguna relación entre las facetas del ciclo lunar y mi demencia,
será esa manía tan extraña de los cuerdos de encontrarle razones inexplicables
y llenas de supersticiones a algo tan estudiado y definido como la locura. Si
la miro es por mera curiosidad científica, un interés razonable que me intriga
y me impulsa a querer descifrar el momento exacto en que la rotación de la
tierra nos impide ver su otra cara, nada que ver con mi locura, esa, podríamos
decir, goza de excelente salud y se manifiesta en mis impulsos inexplicables,
mis rabietas constantes y mis frases sin sentido. Efectivamente me pierdo
observándola, pero desde Paracelso hasta
Newton, nadie ha propuesto un nuevo comienzo para el método científico, así las
cosas, así mi comportamiento “inexplicable” e “incongruente” . Dicen que me
pongo loco y hablo sin parar puras tonterías, si se tomaran el tiempo necesario
para escucharme con atención, notarían que son conjeturas e hipótesis que
formulo rebato y descarto mientras mi total atención se concentra en el más
mínimo detalle y cambio de la luna y su movimiento. Terror me dicen los que
suelen decir, necios y zafios,
supersticiosos e ignorantes, nada tiene de raro que un demente vague por las
calles hablando solo y observando a la luna, en todo caso, lo extraño, inexplicable e irónico, es que
ellos se encierren y me teman, cuando soy yo el que debería estar encerrado y
escondido por mi extraño proceder.
Raziel Jacobo Correa Alvarado
México D.F. 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario