martes, 12 de noviembre de 2013

Mi Jefa

Al principio Maribel tenía el mismo puesto que yo, pero sus casi 10 años de experiencia (en el mismo puesto), la hacían sentirse con el derecho de mandarme y tratarme como si fuera su subordinada; mi falta de experiencia y de malicia le facilitaban las cosas. Dos años después, ya no era yo tan inocente y, para ser sincera, la había superado por mucho, lo malo es que Maribel era ya mi jefa de verdad, se había ganado el puesto de coordinadora por haberse acostado con el Director, y si antes era pedante, su nuevo puesto la volvió insoportable. Yo estaba a punto de renunciar cuando un rumor se esparció por toda la empresa: el Director se iba, dejando a Maribel sin los privilegios que tenía por su pequeño romance, así que decidí esperar al nuevo Director y ver qué rumbo agarraban las cosas.
Todos esperábamos a un hombre maduro para ocupar el cargo, pero para nuestra sorpresa, resultó ser una nueva Directora. Pronto se supo que era hermana menor de uno de los dueños, o sea, como quien dice, estaba muy bien parada. Su nombre: Verónica Santos, un encanto de mujer, alta, delgada, elegante, independiente, con unos enormes y hermosos ojos, tan distinta a Maribel, con la que desde el principio tuvo fricciones y no es de extrañarse. Maribel odiaba trabajar con mujeres por considerarnos muy complicadas y hormonales; a mi parecer, eso sólo reflejaba su poca seguridad en sí misma y su poca tolerancia a la competencia, cuestiones con las que ahora tenía que lidiar, pues la nueva jefa acaparó la atención de todos por igual; los hombres morían por ella y las mujeres la admirábamos, no solo por ser guapa, también por hacer muy bien su trabajo.

Un viernes me tuve que quedar más tiempo en la oficina, pues Maribel seguía siendo mi jefa directa, lo que significaba que yo seguía siendo el receptáculo de su frustración cada que la regañaba u opacaba en algo la nueva jefa, así que me hizo la maldad de pedirme un informe “urgente” que tendría que enviarle a su correo a más tardar el sábado; yo sabía muy bien que no era tan urgente pero para efectos de llevar la fiesta en paz, aunado a que mi vida social era nula, me quedé a terminarlo. El cansancio empezaba a hacer sus efectos y fui a hacerme un café a ese pequeño cuarto de la oficina donde solo caben un fregadero, un horno y la cafetera. Bebía cuando entró la Directora al cuartito, “perdón pero fue irresistible el olor a café” me dijo mientras deshacía su cola de caballo, “no se preocupe licenciada, ¿quiere que le sirva una taza?”, “sí gracias, y por favor, dime Verónica” me decía mientras jugaba con su cabello, por alguna razón me sentí en confianza. “Ok, Verónica” le sonreí y cuando me voltee para servir su café ella me tomó por los hombros, “no creí que alguien estuviera en la oficina a esta hora, has de estar muy cansada” me dijo mientras me acariciaba, "no mucho" le dije volteando y poniendo la taza en sus manos, ella no se alejó, le dio un sorbo al café y lo puso sobre el horno sin despegarse de mí. Considerando que el cuarto en realidad es muy pequeño, sentía su respiración casi en mi boca, se acercó más, acarició mi cabello y me dijo “eres muy bonita” tan cerca que sus labios tocaron los míos y me besó. La situación me sorprendió, pero para ser sincera, el beso me estaba gustando y podía hacer dos cosas: irme indignada o corresponderle. Opté por la segunda y la empecé a desnudar. Jamás había estado con una mujer y el experimento me agradaba, dejé de pensar y me dediqué a sentir. Empezó a besarme el cuello y descendió hasta llegar unos centímetros más abajo de mi ombligo, de una forma tan suave y con una delicadeza que me llevó a las estrellas. Para mí, ese tipo de detalles son como el respeto, “el que lo da lo exige de vuelta”, así que fue mi turno de regresarle el favor. Lo hice con el miedo de que no le gustará o de lastimar esa zona tan sensible. Mi experiencia sexual con la especie masculina no me servía de nada en esos momentos, sin embargo, conocía muy bien la anatomía femenina, puesto que soy mujer. Igual que ella hizo conmigo, pude llevarla a las estrellas. Después de la faena, me acurruqué en sus brazos como lo haría con algún hombre, los pensamientos culposos, los principios morales, remordimientos y confusiones existenciales empezaban a llegar a mi cabeza y yo luchaba para que se fueran, eso hacía cuando Verónica dijo que la vida es muy extraña, “así que no la trates de comprender ni buscarle explicaciones, porque no las tiene, solo se vive y ya”, parecía que sabía lo que pasaba por mí mente. Luego se vistió y se fue.

Todo el fin de semana estuve en conflicto existencial ¿soy heterosexual, bisexual u homosexual? La cabeza me dolía y ya había llorado bastante. El lunes llegó y todo normal, Maribel como siempre enojada, pero esta vez yo tenía cosas más importantes en que pensar que estar preocupándome por sus ataques de histeria; Verónica actuaba como si jamás hubiéramos estado juntas. Me volví hostil con todos, más con Maribel, me hartaban sus tonterías. Decidí que iba a renunciar y el día que pretendía hacerlo nos juntaron en la oficina de Verónica para darnos una noticia, una vez más nos quedábamos sin Director, Verónica dejaba el cargo, pero esta vez querían darle la oportunidad a alguien del área para subir a ese puesto. Recuerdo que a Maribel le brillaron los ojos, pero no fue su nombre el que dijeron, fue el mío. Todos voltearon a verme esperando mi respuesta. Era una Dirección no le podía decir que no, así que acepte. No sé qué cara hizo Maribel pero fue de las que no me felicitó. Verónica me pidió que me quedara para platicar mejor del tema y los demás se salieron. Respecto a sus planes sólo me dijo que tenía un proyecto muy ambicioso con el que estaba muy emocionada -en verdad admiraba mucho a esa mujer, tenía mucha clase y elegancia- después me explicó que había hablado con su hermano contándole que yo era alguien de toda su confianza y la mejor para ocupar el puesto, como quien dice, ahora yo era la que estaba bien parada. De lo nuestro no hizo ningún comentario, era toda una Dama y al parecer las Damas no tienen memoria. Tanto que critiqué a Maribel por obtener su coordinación a base de aventuras amorosas y yo estaba obteniendo la dirección casi de la misma manera.

Mis días como Directora marcharon muy bien, no tuve problema en adaptarme al trabajo, Maribel continuó aquí como coordinadora, pude haberle hecho la vida de cuadritos pero no es mi estilo, ya la vida dirá. De la vida de Verónica solo me entero por Facebook donde de repente sube fotos de sus viajes por Europa o le da "like" a mis fotos con mi novio. Él entró a mi vida meses después de ocupar la Dirección y me sacó de mis conflictos existenciales, nuestra química sentimental y sexual es perfecta y confirman mi inclinación al sexo masculino, aunque debo de admitir que jamás nadie me ha besado centímetros abajo de mi ombligo, de la maravillosa manera que lo hizo Verónica.

Lic. Sandoval
Atizapán de Zaragoza, Estado de México.



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