jueves, 9 de agosto de 2012

Mis Mujeres


Vivo con dos mujeres y a las dos las amo. No encuentro otra forma de explicarlo, bien podría decirse que soy el típico macho latinoamericano incluso, el típico macho mexicano, y mejor no hablar de mi calidad de oaxaqueño porque se acaba la justificación. Sin embargo y sin detectar asomo alguno de soberbia en mi postura sostengo el amor que siento por mis mujeres y que ellas sienten por mi. Mis mujeres, ciertamente no son mías, pero me gusta decirles así, mis mujeres pues. Lo que a una le sobra a la otra le falta, lo que una no conoce la otra se lo enseña, lo que en una es virtud en la otra es defecto, lo que para una resulta hermoso, para la otra resulta grotesco; de tal suerte que lo que no encuentro en una lo encuentro en la otra y viceversa. Elena suele ser distraída,  soñadora, de cólera fácil, muy vengativa e intempestiva. Beatriz es todo lo contrario, práctica, dueña de sus impulsos, comprensiva, paciente y tolerante. Yo disfruto lo mejor y peor de ambas, cuando Elena me reprocha el poco tiempo que le dedico y se niega a dormir conmigo, Beatriz me espera en su cama con los brazos abiertos, cuando Beatriz llega al límite de su paciencia puedo contar con que Elena me acepte por venganza. Vivimos juntos pero, en honor a la verdad, ellas no se tienen mucha estima, sin  embargo, el amor que sienten por mi es tan grande (yo siento lo mismo por ellas) que han pactado una tregua.  Debo ser completamente honesto, jamás he sentido la necesidad de engañarlas, mi corazón no da para más, yo amo cada uno de sus defectos, cada una de sus virtudes, cada uno de los besos que recibo de una y otra. Trabajo como burro (soy profesor de matemáticas en una preparatoria) para llevar el pan a casa, no se piense que vivo tan sólo de amor, como hombre de la casa no permito que ninguna de las dos se desempeñe profesionalmente, es mi orgullo y me jacto de ello, yo las mantengo y las procuro para que ellas además de quererme y cuidarme desarrollen el espíritu. Así debe ser, Beatriz y Elena se merecen todo, todos mis esfuerzos, todas mis fuerzas, todos mis sentimientos. Han existido quejas por supuesto, me han enfrentado y cuestionado, juntas o separadas, me miran a directo a los ojos y me preguntan a quien quiero más, a quien le compro más ropa, a quien le doy más dinero para el gasto, con quien de las dos hago más el amor; yo en esto casos siempre contesto lo mismo: para las dos es parejo, lo cual, esta de más decir, es la pura verdad. Mi hogar, como todos, no es perfecto, hay ciertas reglas que todo debemos seguir para, como decirlo, conseguir la armonía en nuestra convivencia; ellas pueden usar las áreas comunes, cocina baños, sala, pero cada una tiene su cuarto, su mundo, su universo, eso yo lo respeto, no se me ocurriría jamás  la locura de comprar una cama king size y dormir en ella los tres; especialmente por el carácter iracundo de Elena, ha llegado a pegarle a la pobre de Beatriz que corre a mis brazos y la acusa con lagrimas en los ojos. Ser el hombre de la casa me obliga a ser enérgico en estos casos, Elena en su cólera no entiende razones y de vez en vez un manotazo bien colocado, si y sólo si, es necesario para apaciguarla, ella como buena mujer que es, termina por razonar y pedir disculpas a la agredida y agradecerme el llamado de atención y entonces sí, volvemos a ser felices los tres.  Ellas intentan llevarse bien, no siempre se logra, no siempre se consigue, pero cuando la paz no reina en el hogar, yo levanto mi voz y resuelvo las querellas de la manera más civilizada. Como podrá observarse, o interpretarse, yo soy feliz, luego entonces, ellas también, somos un trinomio perfecto, el haz de contradicciones ha llegado a una conclusión lógica, el amor lo puede todo, solventa cualquier problemática, desface cualquier entuerto, consigue que lo imposible sea posible, en fin, que cuando hay amor, hay felicidad y no importa el que dirán.  Es la relación perfecta para un tipo como yo de aspiraciones quijotescas y ensoñador empedernido, además de romántico y platónico; Dios las puso en mi camino. 


Raziel Jacobo Correa Alvarado
México D.F. Agosto 2012

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