Por
supuesto alguna vez analizamos esa posibilidad,
sin embargo después de sesudas discusiones, que nos tomaron no pocos
milenios, llegamos a la conclusión lógica: no se puede ir contra la naturaleza.
Ciertamente la cadena evolutiva nos permite, modestia aparte, una posición
privilegiada, vivimos en la cima y no es casual, pocas especies pueden jactarse de haber
llegado a tal grado de evolución, por
supuesto no es gratuito, hemos sido denostados, menospreciados y tratados como
meros acompañantes domésticos, nada más alejado de la realidad, somos seres
superiores dotados de una inteligencia envidiable, observamos, juzgamos y en el
colmo de la sabiduría, no actuamos.
Decidimos no intervenir en los designios de la naturaleza, la realidad
es para nosotros simple y constante, el caos exquisito de la existencia es para
nosotros tan preocupante como acicalarnos a diario. Nuestra complejidad es tal
que hemos decidido no explicarla,
nuestra sabiduría se comprueba a diario sin necesidad de tomarnos la molestia
de ir más allá de ronronear; nosotros no queremos demostrar nuestra
superioridad, tampoco nos crea problemas que aquellos que se hacen llamar seres
humanos se ufanen de su raciocinio y anden por ahí mostrando a cada rato su ignorancia y poca humanidad. Allá ellos y
sus ideas y sus aires de superioridad, nosotros con toda humildad podemos decir
que no hay prueba más fehaciente de nuestro dominio que cuando nos sentamos a
esperar a que nos rasquen la panza. Leche, comida y observar la realidad, cuando
los humanos alcancen ese grado de evolución, quizás nos comencemos a preocupar.
Raziel Jacobo Correa Alvarado
México D.F.
sabinet
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