-Si se muere tu mamá la velamos dos días, como debe ser, si no su alma va a estar muy triste mijita; como los pobres de tus abuelos. Por más que le insistí a tu abuelita, quiso enterrar a tu abuelo luego luego, según porque los muertos de cáncer apestan muy feo y muy rápido, pero en realidad creo que fue porque ya estaba harta de él, de haberlo atendido, tan sumisa, durante toda la agonía de su enfermedad, más bien durante toda la vida; pero no le hubiera costado nada tener ese último gesto ¿qué le costaba esperar un día más después de tantos años? Es lo que hubiera querido mi papá.
-Pero mi mamá no se va a morir, tiene que salir adelante- pensaba la muchacha hacia sus adentros, tratando de no hacer caso a la verborrea necia de su tía, quien supuestamente estaba ahí para apoyarla moralmente y con los trámites del hospital que una muchacha adolescente no tiene derecho a resolver.
- Y luego cuando tu abuelita murió, los pinches de tus tíos sólo quisieron velarla una noche porque según les dolía mucho verla en su ataúd; yo les insistí y nomás me tiraron de a loca, hasta tu mamá me dijo que estaba yo pendeja y se burló de mis creencias de pueblo, ya ves el feo modo que tiene y lo culebra que es cuando se lo propone.
-Ya tía, por favor no hables mal de mi mamá.
-Tienes razón mijita, no es el momento de criticarla, porque a pesar de todo, a pesar de sus defectos, es mi hermana y la quiero mucho. Además todos cometemos errores y tenemos derecho a equivocarnos sin que nos juzguen. Sólo Dios tiene el derecho de juzgarnos cuando nos llega la hora.
Los que alguna vez hayan esperado la recuperación de un pariente en terapia intensiva, sabrán que los silencios en esta área del hospital son particularmente angustiantes y que el aire del ambiente está impregnado de malos augurios. Sumergida en ese ambiente de premoniciones, la muchacha ensimismada reflexionaba con cierto remordimiento de conciencia ¿qué sería de su vida ante la eventual ausencia de su madre? ¿Y si estoy embarazada? el peor de los escenarios era estar embarazada y sin el apoyo de su madre. Pero eso no va a pasar, pensó, después de todo, su madre era joven y había demostrado gran fortaleza y ganas de vivir; por otra parte el embarazo no estaba confirmado, era un simple retraso nada más, en cualquier momento sentiría un cólico y todo saldría bien, la madre saldría del hospital caminando y la vida de ambas regresaría a la normalidad prolongándose por muchos años más.
-Mijita, te voy a decir algo que espero no me tomes a mal -al parecer la tía no podía lidiar con el pesado silencio- ya no seas tan cabrona y deja de darle tantas angustias a tu madre; no digo que tú tengas la culpa de su enfermedad pero ¿Por qué la haces pasar tantos corajes si sabes que está mala de su corazón? Si se muere ¿qué vas a hacer? A ver, dime… ¡Eso mijita! llora, desahógate para que no estés alterada al rato por lo que pueda pasar, te necesito fuerte. Por eso ahorita que entres a verla, pídele perdón, ella puede oírte aunque esté inconsciente. Yo también le voy a pedir perdón por todo lo malo que le haya hecho, nunca está de más, y no es bueno quedarte con las culpas y remordimientos guardados; cuántas cosas hubiera yo querido decirle a tu abuelita antes de que se muriera, y eso que fui buena hija, no eran cosas tan graves, pero una no debe quedarse con nada guardado en su consciencia…
-Ya tía, por favor, cállate, me siento muy mal.
- A ver, a ver, tampoco te pongas así, no te me desmayes mija ¡enfermera!...
-¿Ya estás mejor? Qué bueno, nomás te bajó la presión por el estrés, pero necesito que te repongas completamente, porque, Dios no lo quiera, si tu madre fallece, tú te me tienes que quedar aquí solita a esperar a tu tío para que arregle los trámites y recibir el cuerpo, en lo que yo regreso a Oaxaca para organizar el velorio y ver lo del panteón. No te me alteres otra vez, hay que afrontar la realidad.
- Familiares de Guadalupe Arellano, de la cama 53.
- Aquí estamos doctor.
- La paciente despertó del coma, su estado sigue siendo crítico pero está respondiendo favorablemente, aunque nunca se sabe, la operación a la que fue sometida es muy delicada, aún sigue conectada al respirador, pero si sigue reaccionando como hasta ahora es posible que se lo quitemos en una semana. Estamos optimistas.
-Bendito sea Dios doctor. Ya ves mijita, yo te dije que todo iba a salir muy bien, nomás es cosa de tener fe.
Romeo Valentín Arellanes
Tlalnepantla, Edomex, noviembre 2011.