viernes, 8 de julio de 2011

Comprada traición.


Nada más había que poner atención a su mirada dispersa para saberlo, y no era de suponerse, cómo se puede suponer un hecho, pero aún así subió las escaleras con él.
Tocaba ansiosamente su bolsillo, podía sentir el bulto a través de la tela áspera del pantalón; subía las escaleras sin parar en los descansos, el sudor que le venía era frío, no el del cansancio confortable en las piernas, si no, aquel agotamiento que entumece los músculos enfermándolos de reacciones contrarias que terminan por anularse ahí en donde el hilillo de voz se le va haciendo un escandaloso grito de alerta, hasta acabar las escaleras y llegar de frente a la meta.
Su acompañante toca la puerta con la extremidad rayada por aficionados, la mirilla se abre y un ojo se asoma, desde fuera del edificio viene el sonido de un auto frenando bruscamente, la saliva se vuelve difícil de tragar, tienes el dinero, pregunta el ojo, el sudor en sus manos le imposibilita actuar con naturalidad, cuanto quieres, adelanta el ojo mientras el Rayado se limita a supervisar la escena con visible experiencia, si aquí lo tengo, te alcanza para medio, contesta el ojo al ver el tamaño del bulto, pero me dijeron dos, el Rayado chasquea la lengua y mueve la cabeza, un acto reflejo le hacen sentir su propia lengua seca y un portazo venido de fuera lo devuelven al dilema, dámelo entonces, el ojo apenas y abre la puerta, toma el bulto y azota la puerta.
Los minutos alargados, se escuchaba una ambulancia afuera, aunque podría ser... el Rayado lo miraba desde arriba aventajado por su altura como águila apunto de cazar ... las piernas brutalmente agotadas apunto de vencerse y dejarlo caer ... la puerta se abre y el ojo transformado en una mano venosa le extiende un nuevo bulto, la puerta se cierra en su cara sin discusión alguna, las sirena suena más cercana, las escaleras se mueven rápido debajo de sus piernas que de pronto recobran con naturalidad el movimiento, el bulto se cae un par de veces pero lo recupera, el sonido de la sirena ocupa casi todo pasillo de las escaleras, el Rayado se pierde en algún piso intermedio y él continúa solo hasta la planta baja, el sonido de la sirena ya es innegable, abre la puerta y mira de frente las luces azules y rojas, se estampan parpadeantes fuerte en su rostro que intenta esconder cuidadosamente hasta que la patrulla se aleja. Entonces el camino a casa se vuelve su redentor y cómplice, el único acompañante que le entiende, ellos no saben, dice, su cabeza no les alcanza para entenderlo, porque es la mejor salida, porque el mundo me obligo, yo que tengo que ver ,piensa con cara de indignado, con las muertes yo que tengo que ver con el daño, ellos lo provocaron, no yo; el hilillo de voz le disculpa, le va haciendo desacelerar el pecho, hasta que el fantasma se acerca desde las sombras, el metal frío e impersonal llega hasta su cuello y las palabras son pronunciadas para hacerle temblar nuevamente, pero ahora sin una sirena que le acompañe.

Por:  VH. Swich
EdoMex. 15 Julio 2011

1 comentario:

  1. Está un poco enredado, ¿el protagonista es un fantasma? me da esa impresión, pero no me queda claro. Aunque creo que el autor lo hace así apropósito.

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