martes, 6 de noviembre de 2012

La parábola del Torpe


Antes que todo, me siento con la obligación moral y profesional de explicar mi total ignorancia en materia de parábolas, mi entendimiento se limita a tomar por parábola todo aquello que en su recorrido se curvea y en ningún momento contempla la figura literaria. Así que admito el error si no comienzo diciendo: érase una vez un torpe. Aclaración dada. El torpe por supuesto es un torpe aquí, en China y Trípoli, entiéndase por torpeza la capacidad innata de ciertos individuos a estropear todo aquello que es estropeable y lo que no. Faltos de ese sentido instintivo de precaución, los torpes andan por el mundo, como dice el dicho, a la buena de Dios. No se confunda torpeza con estupidez, o incapacidad mental del individuo, la torpeza nace de la distracción cotidiana de las personas  y de su costumbre de pensar una cosa por otra y hacer lo contrario a cualquier cosa que haya pensado. Así, el torpe es un ser extraordinario capaz de buscar la tarde entera las llaves que carga en el bolsillo, o de usar un zapato rojo y otro gris, o de comprar semillas de girasol cuando no tiene loro, o de vender la televisión para comprar el DVD (antes era videocasetera pero hay que estar con los tiempos), o de asegurar que vio un perro blanco con manchas blancas. Ejemplos los hay demasiados, se usan aquí como un muestrario de equívocos perfectamente reconocibles en muchos individuos, sin importar raza, color, clase social, nivel académico o poder adquisitivo; la torpeza no hace distinciones. Al decir "El Torpe" no hacemos una distinción de género, nos referimos al individuo como ser humano en su conjunto, es decir, incluye a hombres y mujeres por igual. No caer en el error de confundir torpeza con distracción, la mente trabaja de manera lógica todo el tiempo y no permite distracciones; la torpeza nos atrevemos a asegurar surge al confundir la función de la mente con la del cuerpo. El cuerpo hace lo que la mente no piensa, actúa de manera autónoma, con las consecuencias esperadas: desde accidentes pequeños, hasta grandes catástrofes, no es lo mismo ver a Arquímedes corriendo por la calle desnudo, que por torpeza del creador haber nacido con vesícula que no sirve para nada. Por cierto que Dios ha dado claras muestras de ser torpe, torpeza es haber creado al hombre a su imagen y semejanza, torpeza es otorgarle libre albedrío sin pensar en las consecuencias. En fin, si usted es torpe y se reconoce en lo antes mencionado, no se frustre ni deprima, no es usted una minoría, los torpes abundamos por el mundo. El torpe nace, no se hace, pasaran lustros antes de aprender a combatir la torpeza, producto, como pudimos observar incluso, del mandato divino. Mientras uno no muera por torpe, podemos concluir que la torpeza hasta tal punto no es, ni será, mortal. Aunque, quién sabe. 

Raziel Jacobo Correa Alvarado
México D.F. 

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