viernes, 19 de abril de 2013

La cuarta

A mi me gusta hablar de mi cuarta vez y no de la primera, la razón es simple, es por que no me gusta contar que la primera fue en una fiesta con unos tequilas encima y donde lo único que hice fue abrir las piernas y que a parte, ¡dolió mucho!, a pesar de que lo hice (según mis propias palabras) con "el amor de mi vida"; hay quien dice que a esa edad cualquiera puede serlo, y yo en realidad creía que él era el amor de mi vida. Después de esa vez lo hicimos otras 2 ocasiones y siempre me dolió, lo único que me gustaba era que al final me abrazaba y me decía que me quería mucho. 

Un buen día el amor de mi vida me aplicó el "no eres tu, soy yo" y así, sin pena ni gloria se fue, yo lloré inconsolablemente y al final, como generalmente pasa cuando eres joven, conocí a alguien más que hizo que dejara de llorar, alguien que cierto día pasó por mi para llevarme al un hotel que ambos habíamos escogido, uno barato claro, porque ninguno tenia mucho dinero para uno sofisticado, pero a pesar de eso, a mi me parecía perfecto. Pusimos música y compramos una botella de vino, igual de barata que el hotel. Todo parecía como esa primera vez que te describen en las películas, con la diferencia de que yo ya no era virgen.

Contadas las 3 veces que había tenido relaciones, esa era la cuarta vez en toda mi vida que iba a estar con un hombre y la primera que lo haría con alguien distinto al primero. Admito que tuve un poco de miedo por que creí que sería igual de poco emocionantes que las otras 3 veces, sin embargo no fue así, ya tenia más experiencia, mínimo más que la primera vez, y él, a pesar de que tampoco era virgen, lucia nervioso, lo cual me agradaba y por alguna razón me dio confianza. Ahora hice algo mas que abrir las piernas, me dejé llevar, y no por él, sino por mi. descubrí que existe mas placer y dulzura que el simple abrazo de agradecimiento que las otras 3 veces me dieron al final. Fue la primera vez que hice otras posiciones a parte de la de misionero y donde descubrí mi posición favorita.

Fue ahí, en esa cuarta vez donde adopté mi filosofía en el sexo y en el amor. Obvio tampoco me casé y fui feliz con este chico. Al igual que el otro, un buen día aplicó el "no eres tu, soy yo" y se fue, pero no importó mucho, y no es que no lo quisiera, le lloré como a su antecesor y a sus 48 (¿o 49...?) sucesores mas, sólo que ese día descubrí que estaría condenada eternamente a estar enamorada del amor, sea de él o de cualquier otro, creía en la pasión y en el amor genuino y verdadero, aun que fuese fugaz, y me sería imposible no enamorarme un poco de aquellos con los que quisiera solo sexo; estaba perdida. También descubrí que el tiempo no iba regir mi vida en esa cuestión, seria imposible que lo hiciera ya que no importaba si llevaba 5 años (como mi primera vez), un mes (como en mi cuarta vez) o un día (como en mi décima, ¿o décima primera vez?) de conocer a alguien, tan solo necesitaba sentir las ganas de amar a esa persona y sentir las ganas de esa persona de amarme a mi, esa necesidad de hacer feliz y que te hagan feliz no importando que durase 2 años o una noche, pues todos los momentos por pequeños que sean, están formados de eternidad.

Después de ese día llegue a una conclusión. Mi primera vez fue un mal necesario, el cual tuvo que pasar para que mi cuarta vez, esa donde aprendí tantas cosas, pudiera ser como las pintan las películas románticas. Es irónico el hecho de que ese día se haya despertado en su totalidad la romántica incurable que llevo dentro y que al mismo tiempo me haya ganado el adjetivo de "puta" para muchas personas, y no es que me ofenda, solo que es curioso por que las putas cogen y cobran, no hacen el amor y yo jamás cogí con los 50 (¿o 51?) amores de mi vida, siempre hice el amor.



Lic. Sandoval
Atizapán de Zaragoza, Estado de México, abril 2013

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