lunes, 29 de julio de 2013

Editorial Julio



 Soledad
¡Ay soledad!, arma de dos filos. Necesaria para la creación pero tan perra con los corazones. Cuan aburrido es estar solo por tiempos prolongados, pero que indispensable es la soledad para la reflexión y el autodescubrimiento. Como en Desencuentros nos encontramos en cierta etapa reflexiva e introspectiva, este mes nos ha dado por cavilar y dilucidar sobre uno de los temas más jodidos de la existencia: la soledad, cierto es que muchos reivindican aquello de “más vale solo que mal acompañado”, pero aceptémoslo, a nadie le gusta estar consigo mismo más de tres días, por muy zen o asceta que se intente ser, nadie aguanta hablarle a la pared una semana. O quizás si, a través de las redes sociales donde, por muy colectivo que sea el asunto, sólo se necesita uno mismo para conectarse a la red y “socializar”, es quizá la ironía del lenguaje, mientras más comunicados estamos más solos nos encontramos. Y mientras estas discusiones continúan aquí le damos espacio a nuestro espíritu adolescente, o lo que es lo mismo: nos ha durado la pubertad y seguimos pensando que la soledad es algo más allá de la chinga de no tener con quien hablar de estos temas tan interesantes.


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