El maestro Gregorio nos explicó en la clase de biología que los
sapos son anfibios, que respiran a través de las branquias cuando son larvas y
luego experimentan una metamorfosis para finalmente desarrollar una respiración
pulmonar como la de los humanos. Al estar en la superficie terrestre, los sapos
se desplazan a través de saltos, pero pueden nadar muy bien, al parecer los
sapos son muy importantes para el medio ambiente, pues se alimentan de insectos
y otros organismos invertebrados que de reproducirse pueden provocar
enfermedades, o simplemente un desequilibrio ecológico.
La característica que a mí me hace temblar, es que tienen la
capacidad de inflar su cuerpo cuando se encuentran en peligro, haciéndose más
grandes, además de que algunos son tóxicos pues pueden segregar sustancias a
través de la piel para defenderse de sus depredadores. En casi todos los países
del mundo existen sapos y ranas. Sin embargo, su croar varía mucho. La gama de
sonidos de estos anfibios es impresionante. -Algunos los aman, y otros los
odian – dijo el maestro, yo en seguida pensé - yo soy de las que los odia
porque hacen tanto ruido- por eso me
sorprendí al saber que hay investigadores que se especializan en el croar de
las ranas, esa rama científica se denomina, bioacústica. ¿Por qué tanto interés
en sapos?
A mí no me gusta encontrarme con sapos son muy feos y brincan
como si enloquecieran, no parece que tengan la intención de atacar, pero su
piel es fea y pienso que si me toca puedo intoxicarme y morir, pero a decir
verdad, los extraño un poco, y me parece que tengo una sensación de añoranza
por su croar, así que intenté hacer memoria, ¿qué día vi un sapo por última
vez? ¿Cuando fue el último día que los escuche? Mi papá siempre dice que cuando
quieres recordar algo, debes escribir todos los detalles que recuerdes, así
piensas más, ejercitas la mente y en algún momento recuerdas eso que necesitas,
por otro lado yo tengo una memoria privilegiada, dicen todos, fotográfica afirman
algunos, así que tengo que saber, qué día escuche por última vez un sapo.
La última vez que recuerdo haber visto a uno fue hace más de un
año en la casa de la Tía Saga. Con Olimpia y Emma frecuentemente visitaba la
casa de la Tía Saga desde 1986, recuerdo que esperábamos hasta que era su hora
de lectura para escaparnos por la puerta blanca trasera, esa daba a la casa de
Don Tadeo, un señor alto, blanco y callado. Nunca lo vi reír ni darse prisa
para nada, tenía los ojos verdes y nunca miraban de frente, siempre tenía un
pañuelito atado al cuello y un cigarro en la boca, yo siempre pensaba en mi
abuelita cuando lo veía, pues igual que ella tenía los ojos verdes y el mismo
aroma a cigarro, pero él era más joven que mi abuelita, yo siempre pensaba que
Don Tadeo no tenía edad, que ni era joven ni viejo.
Lo conocimos el miércoles 03 de diciembre de 1986, recuerdo muy
bien el día porque ese día fui mi papá a la inauguración de la casa de la
cultura, mi papá era el secretario de educación y cultura del Municipio, y a mí
me gustaba mucho acompañarlo a sus eventos de trabajo, siempre nos daban algo
de comer y mi papá me daba dinero para comprar helados, ese día pudo
acompañarnos mi amiga Olimpia, ahí encontraríamos a Emma que a veces acompañaba
a su tía Saga a los eventos sociales del Municipio, la Maestra Saga como le
decían en los eventos, era miembro honorario del cabildo, aunque yo no entendía
bien que significaba eso, sabía que era un título importante.
Ese miércoles Emma le pidió permiso de mi papá para ir a la casa
de la maestra Saga, ahí conocimos a don Tadeo, lo vimos en el patio trasero,
nos interesamos en él porque estaba pintando, Emma, Olimpia y yo teníamos 6
años entonces y nunca habíamos visto a ningún pintor en acción. Olimpia que
siempre hablaba con los extraños, le preguntó - ¿Es usted un pintor de
profesión o de hobbie? La expresión de sorpresa de don Tadeo fue evidente,
Olimpia hablaba como si fuera adulto, yo todavía no entendía todo lo que decía,
pero me gustaba como lo decía, Don Tadeo le contestó - pues pinto por hobbie, pero lo bueno es que me da para comer - y qué pinta? – Le
preguntó Olimpia – sapos – ¿Sapos? Dijimos las tres al unísono. –Sí – dijo Don
Tadeo, los sapos no son malos, vengan otro día y platicaremos de sapos, así,
fuimos muchas veces más, aunque no recuerdo que nos hablará de sapos en mucho
tiempo.
Él siempre nos hablaba de su Cande, ella había muerto hace
muchos años, aunque él nunca decía cuantos, siempre empezaba una historia
triste y terminaba con una igual de triste, Cande como le decía de cariño,
nunca recordaba su niñez con alegría, sino con amargura, durante su infancia
enfermó de sarna, conjuntivitis y al menos sarampión. Él siempre se acomodaba
el sombrero hacía abajo, quería ocultar su cara de tristeza cuando nos contaba,
tal vez todo eso contribuyó a hacerle perder la confianza en cualquier clase de
felicidad para el resto de su existencia. Afirmaba que desde que conoció a
Cande, ella presintió el desastre que vendría, y que en el momento de darle el
anillo de compromiso, ella ya estaba segura, lo sabía, por eso, en vez de
alegrarse, ella se entristeció pues sabía que esa unión no prosperaría. Todo
esto nos contaba recurrentemente mientras le ayudábamos con sus animalitos, es
decir a dar de comer a los patos, meter alfalfa en la jaula de los conejos,
ponerle agua a Clarita la vaca o a Boxer el caballo, lo que se necesitará,
nuestro premio era escuchar historias tristes.
Cande murió dos días antes del casamiento. La vistieron de novia
y la pusieron en el ataúd con un ramo de margaritas. El pobre don Tadeo no
podía mirarla, pero dentro de la oscuridad de sus manos, donde escondió sus
ojos aquella noche en que la velaron, le ofreció su fidelidad con un anillo de
oro. Muchas veces trataron de buscarle una novia. Sus hermanas le llevaban
prospectos a su casa y las sentaban en la sala, se la pasaba escuchando de su
familia, que tenía que
superarlo, qué tenía que
hacer su vida. Era inútil,
nos decía, amó a Cande entrañablemente y no podría traicionarla, pero su
familia nunca lo entendió, él ya estaba harto de las habladurías, por eso
decidió un día irse a vivir solo. No veía a su familia ni en la farisea, ni a
la fiesta de San Pablo o San Pedro ni en posadas, mucho menos en Navidad, mejor
evito encontrarme con “la bendita familia”, afirmaba.
Él aseguraba que nunca habló con ninguna otra mujer, hasta que
la Tía Saga se mudó a la casa vecina el 12 de febrero de 1986, ese día era el
miércoles de ceniza y él había ido temprano a tomar ceniza para no encontrarse
con nadie de “la bendita familia”. Cuando llegó a su casa notó que había mucha
gente en la casa vecina, por fin llegaría una familia a la casa del kisko, él
sabía que la casa pertenecía a la familia de don José Reyes, pero no estaba
seguro de cuál de los hijos viviría ahí, tampoco estaba seguro de querer saber,
sin embargo, él se consideraba muy educado, por eso lo primero que tenía que
hacer era ir y ponerse a la orden para lo que se ofreciera. Cuál sería su
sorpresa, cuando supo que la Tía Saga viviría ahí, sola, - una mujer que
viviría sola, eso no se veía - dijo, pero después razonó, y afirmó – bueno
pero, los tiempos cambian –
Ese miércoles volvió a ver a la Tía Saga, después de muchísimos
años, La divina como le apodaban antes, era ahora la maestra Sagrario Reyes,
tendría unos cuarenta años, pero seguía igual de linda que antes, con esos ojos
grandes, cejas negras e hirsutas que se apoderaban de todo su rostro, dándole
una imagen de mujer emblemática y fuerte, además de todo, decía siempre don
Tadeo, es zurda, pero manejaba bien la mano derecha, siempre notamos que cuando
don Tadeo hablaba acerca de la Tía Saga, lo hacía con mucha alegría. - La gente
habla de mi tía -- nos dijo un día Emma, - dicen que es amante de don Tadeo-- A
nosotras nos sorprendió, no sabíamos que pensar, pero honestamente no nos
interesaba.
El 22 de septiembre de 1990 llegamos a la casa de la Tía Saga,
Emma, Olimpia y yo, como siempre, aunque con una novedad, teníamos una nueva
amiga, Carmina, eran cerca de las 3 de la tarde, y la tía Saga abrió la puerta,
-buenas noticias- dijo, Don equis terminó mi encargo, había mandado a construir
una fuente que adornaría el patio central, la fuente estaba vendada, como un
herido, o como un altar en Semana Santa, así que inmediatamente le ayudamos a
descorrer los lienzos y apareció un enorme anfibio, —¿Por qué no habrán hecho
una estatua ecuestre, dijo Olimpia? —Sería más imponente — Pues sí Tía Saga, ¿por
qué un sapo? Preguntó Emma. No es un sapo, es una rana, nos dijo con mucho
orgullo, - yo hubiera preferido un gato – dije, pero la Tía Saga nos dijo, yo
soñé con sapos y ranas, y como yo creo que hay que hacer mucho caso de tus
sueños, decidí que una rana sería, porque el sapo no es nada estético, -claro-
le contestamos todas.
Ese día trabajamos duro en la decoración de la casa, al día
siguiente sería la fiesta de cumpleaños de Emma y todas esperábamos con ansia
el día porque tendríamos una lunada, todas dormiríamos en la casa de la Tía
Saga, así que no podíamos esperar más, pero a las 5 puntualmente la hora de lectura
de la Tía Saga, todas nos dirigimos al terreno vecino, en donde nos encontramos
con unas láminas tiradas en el pasto, se habían caído con la fuerza del viento,
así que don Tadeo nos dijo, entren a la casa, hace mucho viento – ¿qué está
pintando don Tadeo,? – Preguntó Olimpia, - tenemos una amiga nueva – le dije
yo, queremos que la conozca. Se presentó con ella y nos dijo, hoy no pinto, hoy
trabajo en un opúsculo de Chimalhuacán. – Un qué? – Es como una monografía, nos
explicó, y ahí vendrá la historia de nuestro pueblo.
Yo dije - mi familia tiene aquí unos trescientos años-, sí,
respondió él, hace mucho que hay familias aquí, pero no se sabe con certeza
desde cuando es un municipio, 1824 es considerado el año de su fundación, pero
no se tiene la fecha exacta, en ese año existían Santo Domingo, San Pedro, San
Pablo y San Juan. En 1875, se anexan San Sebastián y los otros pueblos, pero es
hasta l922 cuando se dota al pueblo con terreno ejidal y se consolida como lo
que hoy conocemos, para l952 termina el proceso de desecación del lago y a
partir de este momento la agricultura va disminuyendo y paulatinamente las
actividades lacustres son abandonadas.
Además de eso incluiré información sobre la flora y fauna de la
región, - ¿saben que aquí abunda el pirul, verdad?- Sí claro, a mí no me gusta
su olor – dijo Emma, pues tienen su función, dijo Don Tadeo, no olviden que
toda la naturaleza funciona perfectamente sin la intervención del hombre, por
eso deberíamos intentar intervenir lo menos posible, aunque obviamente eso no
va a poder seguir así por mucho tiempo, en algunos años habrá mucha más gente y
se acabaran los pirules, los capulines y tal vez hasta con los Olivos de
Xochiaca. Hace años había unos árboles llamados ahuejotes, y unos arbustos
llamados pochotes, hoy ya no existen. De la misma forma hay animales que están
desapareciendo, mañana en la fiesta habrá pato empulcado, pero saben qué esos
patos llegan desde Canadá? Obviamente en algunos años ya no habrá descendencia
que haga ese larguísimo viaje.
¡Qué triste¡- dijimos todas, pero estaremos mejor sin algunos de
esos animales-, dije yo, que se acaben las cochinillas, garrapatas, mestizos,
azotadores, ciempiés y claro todos los sapos. –Pero todos ellos tienen una
tarea, una función, un lugar y el día que no estén verás cómo los extrañas- me
objetó.
A la mañana siguiente llegamos muy temprano a la casa de la Tía
Saga para ayudar a las tareas en general, pero fue hasta la noche cuando todas
nos sentimos muy en confianza, nos sentamos en círculo en el jardín frente a la
entrada principal de la casa, la tía Saga y don Tadeo se sentaron en unas
cómodas mecedoras, Emma, Carmina, Olimpia y yo acomodamos nuestros sleeping
bags acomodados como cojines y nos sentamos en el pasto, no teníamos fogata,
pero creo que todos fingimos que había un fuego central que organizaba nuestro
círculo, hacía un poco de frío.
La Tía Saga nos contó entonces que el carnaval nació en San
Agustín Atlapulco, según una versión algunos soldados franceses del ejército de
Maximiliano que acampaban en la región enseñaron a los habitantes a bailar
carnaval, pero también hay una versión que indica que la maestra Isabel
Carbonel, que vivía en San Agustín, enseñaba ese baile. Lo cierto es que la
coincidencia mayor, es que la inspiración es francesa y que es la festividad
más importante de nuestro Municipio. Justo acababa de terminar de contar eso,
cuando un sapo enorme apareció a mi derecha, yo quedaba del lado izquierdo de
la Tía Saga, justo debajo de su mecedora. Giré a mi derecha y pensé que había una
piedra, después observé mejor, era un sapo enorme, no saltaba sólo estaba ahí
como escuchando, pero yo grité y todos saltaron en un momento, así que el sapo
salió disparado y después desapareció entre el pasto del jardín.
Seguido, la atención de todos disminuyó y don Tadeo nos dijo -
hasta mañana, yo me voy porque tengo un frío infernal -, la Tía Saga dijo que
era hora de dormir, así lo hicimos. A la mañana del día siguiente, cerca de las
once de la mañana, Olimpia, Emma, Carmina y yo nos retiramos, era veinticuatro
de septiembre y recuerdo con claridad que llovió toda la tarde, anocheció muy
rápido. Yo estoy segura de haber escuchado el croar de un sapo antes de que
sonará el teléfono, eran cerca de las seis de la tarde contesté –bueno- era
Emma que en seguida dijo, -- murió Don Tadeo—. Debe ser un error pensé.
-¿Cómo?- dije rápidamente, - sí mi tía llamó al doctor a medio día, se lo
llevaron al hospital, mi tía acaba de llamar, murió- afirmó.
Estoy segura, ese 24 de septiembre de 1990, fue la última vez que
creí escuchar el croar de croar de un sapo, pero la última vez que me topé con
alguno, fue el día anterior, en la casa de la Tía Saga.
Julieta Valentino Vázquez
Chimalhuacán Estado de México