Editorial febrero
LA MALICIA
La malicia es el dolo, lo premeditado, lo que se hace adrede, lo maquiavélico, cuyas consecuencias pueden ser leves o graves. No podemos negar que esa pequeña inclinación a hacer algo espinoso, agresivo, nada más por joder pero sin que se busque necesariamente causar un daño completo –o tal vez sí- a veces causa placer. La mera expectativa del efecto dominó que causará la mala acción causa algo de goce, aunque después nos arrepintamos –o tal vez nunca nos arrepintamos. La malicia está en nosotros, silenciosa y transitamos en ella como en la cuerda floja, esperando el momento oportuno para salir, esperando a que alguien nos de unas monedas más de cambio para no devolvérselas, a que nuestra estrategia para derribar al contrario rinda efecto; esperando a que un insecto se atraviese enfrente para aplastarlo, esperando en una broma pesada, en el comentario hiriente contra alguien que queremos, en la piedra que arrojó nuestra mano hacia el cristal o en nuestro dedo que presiona el gatillo de una pistola porque no pudo contener las ganas de saber que se siente matar. Nuestra vida está llena acciones mal intencionadas y no tan accidentadas cuyas consecuencias somos incapaces de prever, a menos, claro que dichas malas acciones estén en los cuentos que escribamos este mes en Desencuentros.
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