lunes, 5 de marzo de 2012

Un día para olvidar



Como si fuera la primera vez, cuando el nervio recorría todo tu cuerpo y no atinabas a articular una sola palabra coherente. Ella esta ahí, mirando como la miras, esperando a que te decidas, esa sonrisa sugerente, más que animarte te aterra, es una trampa, intuyes, el destino te tiende una trampa y tu estas lejos de sentirte con suerte  o con valor. Pareciera real, pareciera que no hay engaño. Y entonces por qué te falta valor, por qué en el mismo instante en que decides mandar al carajo la cobardía, justo en ese momento, una última y definitiva punzada de terror altera tu decisión y te detiene. Si, la eterna duda, salvaguardar la integridad y no hacer el ridículo de verse expuesto, preferible pasar por distraído a exponer tus honestos sentimientos, mierda y más mierda. Quién invento las reglas de convivencia que de tan simples se acomplejan y no dejan exponer lo más simple y sencillo del sentimiento, quién decidió que para decir la verdad había que mentir. Miras de reojo, sigue ahí, la misma sonrisa sugerente, la misma actitud que tú quisieras interpretar como invitación, pero que siendo honestos es una mueca que no transmite absolutamente nada, el disfraz perfecto para engañar  y encubrir, ese rostro que quisieras definiera tu actitud y que intentas descifrar no dice más, quizá te espera, quizá sólo te invita para rechazarte. Miedo a sentir, sentirla y sentirte en ella, miedo a ella y miedo a ti. Al carajo todo, te armas de valor, aún cuando no puedes evitar el temblor en los labios, aún cuando te mueres de terror y quisieras no ser tú, avanzas con la determinación que sólo un cobarde puede reunir en su última hora. Reúnes el poco valor, avanzas con tiento pero con determinación, esa que sólo el amor puede dar, los miedos acompañan tus pasos y tus dudas. Sigue ahí, sonriendo o fingiendo que sonríe, o fingiendo que finge, nada está claro en la bruma del ambiente, una escena por demás insostenible e impostergable, algo va a suceder, algo tiene que suceder, algo tienes que hacer.  Mentiras que suenan a verdades,  el tramo que falta entre por fin encontrar la respuesta a  la soledad,  o continuar inmerso en el laberinto se resuelve en tres pasos que no te animas a dar. ¿Y ella? observa tus desvaríos, comprensiva y paciente, espectadora de la duda, conserva esa mueca que sugiere e invita pero no demuestra ni esclarece. Mientras recorres el tramo final de tu destino y decides por fin abandonar los temores, observas con frustración como alguien pensó lo mismo  y descifró la mueca mucho antes de que tu decidieras avanzar, miras como la toma de la mano y la conduce con tranquilidad hacia su verdad, el mundo, tal parece, no es para cobardes y por ahora tu valentía no llegó más allá de intentar.


Raziel Jacobo Correa Alvarado
México D.F.

1 comentario:

  1. Las oportunidades nunca se pierden, sólo las aprovecha otr@

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