jueves, 29 de mayo de 2014

Editorial


Los Objetos

No se crea que en Desencuentros pasamos por un bache creativo, o que nos absorbió la rutina laboral y la desidia del burócrata, todo lo contrario, estos meses han sido de intenso debate en el consejo editorial sobre los siguientes pasos a dar en este esfuerzo literario, harto valioso y de calidad comprobada, aunque, en honor a la verdad, no le encontrábamos cuadratura al círculo ni sabíamos si esto de escribir y discutir sobre “temas importantes”, venía a cuento, quizás es mejor hacer que escribir.


En lo que concluimos el debate, este mes, o este día, o esta vez, decidimos hablar sobre los objetos, o cosas, esos artilugios que nos facilitan la vida cotidiana, aquellas posesiones efímeras que adquieren un valor no sólo de uso, sino sentimental y afectivo,  esas que nos definen y nos caracterizan y que nos hacen decir “mis cosas” en un ejercicio de apropiación que dista de ser metafórico,  qué sería de un miope sin sus lentes, qué sería de un músico sin su guitarra, qué sería de Peña Nieto sin su teleprompter.  Nos rodeamos de piezas temporales, diseñadas en su mayoría para necesidades inventadas y pasajeras que se convierten en el elemento central de nuestros anhelos y esfuerzos: ahorrar para el iphone, para los lentes o para el sombrero si se es hipster. Aquello de facilitar la vida encuentra su punto más alto en las TV ofertas, que en el momento preciso ofrecen la solución a ese problema que tanto nos aqueja.  Así las cosas, o mejor dicho esas las cosas, en Desencuentros queremos estrenar nuestra nueva computadora  e invitarlos a escribir una bonita reseña, anécdota o remembranza sobre ese vínculo tan especial que usted mantiene con su oso de peluche, su pantalón favorito, su camisa de viernes, el reloj que le dio su abuelo, la playera generacional de su familia o sus tenis de marca, ande cosifique, acá lo entendemos.



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