martes, 6 de mayo de 2014

Tú y yo cruzando los mares

No, no se espante ni se asombre Amo, soy real, existimos los genios tal y como se dice en los cuentos para niños. No Amo, no me mire con lujuria, no me mal entienda, es usted muy guapo pero hay algo en las reglas de la magia que impiden los encuentros carnales entre nosotros y ustedes. ¿Sabe Amo?, yo alguna vez fui una mortal como usted, caminé por su mundo terrenal, ese donde no existe la magia o al menos no se cree en ella, ¿quiere que le cuente Amo?… todo empezó cuando tenía cinco años, a esa edad solo existía una cosa que deseaba con el alma: una alfombra voladora, así que escribí en un papel mi deseo, esperando cualquier momento encontrar un pozo, un duende o cualquier ser mágico que me lo concediera, pero en vez de eso jugando en la playa encontré una botella de cristal con un corcho a lado de ella, era muy curiosa para mí y fue ahí donde se me ocurrió la gran idea, meter mi deseo en la botella, taparla y arrojarla al mar esperando que alguien cumpliera mi deseo. Mi vida transcurrió sin que apareciera mi alfombra, pero empecé a soñar repetidamente con una cueva, en su interior había una lámpara de oro, joyas, diamantes, pieles y demás lujos. Veinte años después, en un viaje al mar, vi la cueva que aparecía en mis sueños, la curiosidad hizo que corriera a su interior y una vez dentro caminé hasta llegar a un hueco en el que solo podía entrar arrastrándome. Al final del hueco había un cuarto redondo, alumbrado por una hermosa lámpara de oro, ésta, la que usted encontró Amo, debajo de ella, levitando en el aire, una alfombra de un precioso color morado con bordados de oro; corrí hacia ellas y en cuanto toqué la lámpara la magia se hizo, mis pies, muñecas y cuello quedaron adornados por las más bellas joyas y mi vestido, como usted puede ver es de las más finas telas; es difícil explicar cómo se siente la magia, pero es eso: magia, y la sientes por todo tu cuerpo, a excepción del corazón, ese ya no lo sientes en ti, si no en la lámpara; verá Amo, la de la magia es la lámpara, los genios somos sus esclavos y ella toma la forma según el genio, ahora sé que la botella que encontré en la playa cuando era niña era el hogar de Pukha, un genio astuto que ama el mar y había conseguido lo que pocos genios consiguen: libertad. Nosotros solo podemos salir y entrar a nuestros objetos de magia a nuestro antojo, en el lapso que tardan los mortales en pedir sus deseos y como usted bien sabrá Amo, la ambición de los mortales es mucha y en poco tiempo los piden, limitando a los genios de esa pequeña libertad pasando cientos de años encerrados. No sé de qué artimañas se sirvió Pukha para prolongar indefinidamente ese tiempo, el punto es que cuando encontré su botella él estaba afuera y al cerrarla y arrojarla al mar con mi deseo adentro, la botella sintió la fe con la que lo pedí, y decidió cambiar de genio, pues el comportamiento de Pukha empezaba a ser demasiado arrogante para esclavo de una botella. Pobre Pukha, quien sabe cuántos mares cruzó para encontrar su botella, pero cuando lo hizo, ya no era su botella, ahora era mi lámpara, objeto que va más conmigo que con los salvajes modos de Pukha. Verá Amo, cuando un genio pasa demasiado tiempo fuera de su objeto mágico, va perdiendo su fuerza, tiene que meterse en algún momento para recuperarla, pero Pukha había sido ya rechazado, por eso esperó paciente el momento para volver a entrar. Él estaba ese día en la cueva. Cuando me convertí en genio se acercó a mí y me envolvió con su palabrería, diciéndome que me ayudaría a comprender y manejar la magia, me convenció de llevarlo conmigo dentro de la lámpara, pero una vez adentro me encadenó en una jaula, no sabe el tormento que pasé Amo, Pukha no podía matarme, hay algo entre genio y lámpara que me protege y sabía que si yo descubría cómo usar la magia, sería más fuerte que él. Pese a mi encierro observé muy bien a Pukha y pronto supe cuál era su debilidad: amaba el mar y la libertad. Pronto se aburrió de vivir encerrado en una lámpara, así que un día lo seduje, le hablé de mil planes juntos, él y yo cruzando el mar en mi alfombra voladora –él no podía montarla solo -, así que me soltó y mientras nos dábamos los besos más apasionados entre mil pieles finas, hice aparecer una enorme espada en mi mano, Pukha la vio reflejada en un jarrón de cristal antes de que yo pudiera usarla e hizo lo más sensato, escapar, llevándose parte de mis joyas. Supongo que ahora Pukha, solo tiene oro, pero no sé qué pueda hacer ese pobre hombre afuera, en cambio yo, tengo conocimiento Amo, la magia está hecha de ciencia y todo el tiempo que he estado adentro he aprendido, manejo la alquimia, la astrofísica y biología entre muchas otras ciencias ¡ahhh que no haría yo estando libre! Tal vez sería dueña del mundo con magia, riqueza y conocimiento, pero no se preocupe Amo, yo no ambiciono eso; una vida placentera cumpliendo deseos y viviendo en la lámpara es lo que yo quiero. ¿Ya sabe qué va a pedir Amo, aún no? No se preocupe, tómese su tiempo. Le propongo algo Amo. Este dije en forma de caracol que cuelga de mi cuello, era de Pukha, aquí están todas las hermosas esclavas que lo atendían, están Helena de Troya, Cleopatra, Frine y las más bellas mujeres de la historia en un ambiente paradisíaco dispuestas a atenderle, recuerde que no han visto a un hombre desde que Pukha no está, y de eso ya es bastante tiempo, si usted gusta puede entrar a hacerles compañía y cuando se relaje y sepa que pedir solo dígalo. Y no se preocupe Amo, esta gracia no será tomada como deseo, va por mi cuenta, entre aquí, no se arrepentirá, ¿Esta cómodo Amo, lo atienden bien? … Perdón amo pero... no lo escucho, en serio no lo oigo, ¡bah! Algún día lo oiré, mientras, ¿Dónde estás mi amor? sal hermosa, hay muchas cosas que hacer, ¡ah! ahí estas bonita, que hermosa alfombra, tu y yo, cruzando los mares.


Licenciada Sandoval
Estado de México. Mayo 2014

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